Mecanismos del COVID-19 en el cuerpo humano: Lo que sabemos hasta ahora
RESUMEN
Ha transcurrido más de un año y medio desde el inicio de la pandemia debida a la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19), y el mundo se esfuerza por contenerla. Al ser causada por un virus hasta ahora desconocido, en el periodo inicial hubo una escasez extrema de conocimientos sobre los mecanismos de la enfermedad, lo que dificultó las medidas preventivas y terapéuticas contra el COVID-19. En un esfuerzo por comprender sus mecanismos patogénicos, se han llevado a cabo extensos estudios experimentales en todo el mundo con experimentos basados en cultivos celulares, organoides de tejidos humanos y modelos animales, enfocados en varios aspectos de la enfermedad, como las propiedades del virus, su tropismo tisular y su patogénesis específica en ciertos órganos, la implicación de los sistemas fisiológicos y la respuesta inmunitaria humana contra la infección. El enorme conocimiento científico acumulado sobre todos los aspectos del COVID-19 cambió el escenario, de una gran desolación, a la esperanza. A pesar de que se han producido avances espectaculares en todos estos aspectos, quedan múltiples lagunas de conocimiento que deben abordarse en futuros estudios. Además, desde el inicio de la primera oleada de COVID-19 han surgido en todo el mundo múltiples variantes del coronavirus tipo 2 del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2), que parecen tener mayor transmisibilidad/virulencia y capacidad de escape inmunológico que la cepa de tipo salvaje. En esta revisión narramos los avances realizados desde el inicio de la pandemia en nuestros conocimientos sobre los mecanismos del COVID-19 en el cuerpo humano, incluyendo las interacciones virus-huésped, las manifestaciones pulmonares y sistémicas, las desregulaciones inmunológicas, las complicaciones, la vulnerabilidad específica del huésped y las consecuencias a largo plazo en los supervivientes. Además, ofrecemos una breve revisión de las pruebas actuales que explican los mecanismos moleculares que confieren mayor transmisibilidad, virulencia y capacidad de escape inmunológico a las variantes emergentes del SARS-CoV-2.